A efectos de este debate existen dos modelos para concebir el freestyle competitivo.
El modelo A es el entendimiento del freestyle como un arte, esto significa que las juezas valoran según quién les transmite más basándose en criterios subjetivos, no existe una competición o Federación que regula cómo debe juzgarse o qué competiciones son más importantes, sino que hay muchas competiciones como la Redbull BDM o Gold Battle a las que las propias freestylers le adjudican su importancia.
El modelo B es el entendimiento del freestyle como un show, por ejemplo, con la creación de una liga nacional (FMS) similar a la del fútbol que pasa a ser la más importante del territorio nacional, las freestylers son valoradas según el entretenimiento que generan o lo llamativas que son, por lo que mantenerse en ella, y ser invitadas a exhibiciones o ascender es dependiente del show que generan.